Málaga musulmana

MÁLAGA MUSULMANA (siglos VIII-XV)

La Málaga musulmana se conformaba como una ciudad provista de un complejo sistema de fortificaciones que afectaba a todos los elementos de su organización urbana: medina, arrabales y alcazaba.  

La construcción de la muralla medieval de la ciudad de Málaga se inicia en el siglo XI y es resultado de un proceso evolutivo, llegando a quedar conformado por la muralla  y por un antemuro o barbacana, separadas por el denominado “espacio de liza”. Este esquema defensivo se completaba con un sistema de torres así como con una calle perimetral o adarve de acceso por el interior. En el sector noroeste (actuales calle Álamos y Carretería) su trazado quedaba exteriormente delimitado por un foso  que canalizaría las aguas de escorrentías hasta el  río Guadalmedina.

Constructivamente, la muralla se resolvía inicialmente con fábrica de tapial y un enlucido de mortero y cal. A lo largo de los siglos esta composición se vería reforzada estructuralmente con mampostería, hilada de ladrillos y sillarejos.

A nivel urbanístico, la muralla limitó el crecimiento de la medina medieval, propiciando su desarrollo al exterior mediante arrabales, al norte el arrabal de Fontanalla, en el que destaca su actividad alfarera  y en la margen derecha del rio,  el arrabal de Attabanim, cuya actividad se centra en productos agropecuarios, alfareros, etc. A partir del s. XI  la medina experimenta un fuerte crecimiento demográfico que repercutirá en el crecimiento de los arrabales.  Con la llegada de los almohades este crecimiento aumenta, alcanzando su máxima expresión que perdurará hasta época nazarí, cuando los arrabales comienzan a despoblarse ante la presión cristiana, que culmina con la toma de la ciudad por los Reyes Católicos en 1487.